¿Quién es María Elena Ríos Ortiz?
María Elena Ríos Ortiz, nacida en 1993 en Santo Domingo Tonalá, Oaxaca, y con ascendencia mixteca, es una saxofonista mexicana cuya trayectoria dio un giro radical después de sobrevivir a un intento de feminicidio mediante un ataque con ácido. Este suceso no solamente cambió su vida tanto personal como profesional, sino que también la motivó a transformarse en una influyente defensora de los derechos de las mujeres y contra la violencia de género.
El activismo de María Elena Ríos ha superado los impactos físicos y emocionales del ataque, extendiéndose también al ámbito judicial y legislativo. Ríos desempeñó un papel fundamental en la reclasificación de su caso.
¿Qué logro María Elena Ríos?
Además de su dedicación para influir en la percepción judicial, María Elena Ríos ha tenido un impacto considerable en el ámbito legislativo. Trabajó en colaboración con la diputada Marcela Fuente Castillo y otras activistas y sobrevivientes de ataques con ácido para impulsar la Ley Ácida o Ley Malena, la cual busca clasificar la violencia ácida como una forma de feminicidio.
Activista politica
El Instituto Nacional Electoral le otorgó el registro como candidata suplente a una diputación federal, reconociendo su condición de desplazamiento interno forzado debido al ataque que sufrió. Este reconocimiento resalta la importancia de proteger y promover los derechos de las víctimas de violencia, garantizando su participación en la esfera pública y política del país.
En el proceso electoral de 2024, Ríos se postula para una diputación federal por la tercera circunscripción, dando otro paso adelante en su compromiso por defender y respaldar a las víctimas de violencia de género. Su candidatura representa no solo su lucha personal, sino también el deseo de representar y fomentar cambios significativos a nivel nacional para hacer frente a este problema.
La historia de María Elena Ríos, desde sus comienzos como saxofonista hasta su evolución como activista y líder político, es un testimonio conmovedor de cómo el dolor puede convertirse en una fuerza poderosa para el cambio. Esto reafirma el papel crucial de las mujeres en la lucha por una sociedad más justa y equitativa.